BIENVENIDA

Este espacio es un punto de encuentro para todos aquellos que aman y valoran sus raíces, sus tradiciones y nuestra maravillosa y particular forma de ver, explicar y repensar el mundo. Esta es pues, una pequeña burbuja en donde sólo la tradicion oral y los saberes de nuestros abuelos existen, en donde tarde a tarde, noche a noche, puedes recurrir para sentirte más cerca de lo que verdaderamente somos, de lo que jamás hemos dejado de ser: hombres y mujeres llenos de historias, hombres y mujeres de leyendas...

Cada día, encontrarás una nueva historia, una nueva ventana hacia lo fantástico y al realismo mágico de nuestra gente, de nuestra tierra. Historias que son de todos y de todas, que pertenecen a nuestro pueblo, a nuestros caminos y a nuestros corazones. Por ello, tómalas, son tuyas, en ellas estás tú mismo, en ellas vibran los sonidos del campo, el murmullo de las olas, el trinar de los pájaros, el rugido de los animales de uña y uno que otro suspiro de algún ánima errante, pero sobretodo, en ella habitan las voces de nuestros abuelos y abuelas, que son en realidad, los dueños y forjadores de esta tierra, en la que hoy estás...

Aquí van tres años de trabajo arduo en nuestras comunidades, todo dentro del proyecto "TARDES DE LEYENDAS, MISTERIOS Y RECUERDOS DE LOS PUEBLOS DE COLIMA" en el cual han participado muchísimos amigos y hermanos. A todos ellos, desde este pequeño espacio, un afectuoso abrazo en dondequiera que estén...

jueves, 31 de enero de 2013

DEL CANTO DE LAS GÜILOTAS BLANCAS Y DE LAS GALLINAS HUEVERAS


 

La voz y el caminar de don Aurelio Vázquez, mejor conocido como don “Huello”, siempre engalanan las banquetas por donde pasa, pero sus historias aun mas. Don “Huellito”, uno de los últimos cristeros colimenses vivos, con una enorme lucidez y orgullo, siempre comparte  sus historias y memorias, con todos lo que quieran escucharlo, historias llenas de magia y sucesos fantásticos como la que hoy, comparte con nosotros y que habla del canto de las aves.

Fíjense que yo crecí en un rancho cercano a la población de Cofradía de Suchitlán, siempre ahí anduve, bien arrecho y con mucha alegría me críe en el campo, ahí vivía feliz con mi papá, con mi santa madre y mis hermanos queridos, cuando no estaba ayudándole a mi padre, me encantaba rete harto pasármela con la resortera y las piedras en la mano, cazando, a pedrada limpia, güilotas pá comer, por ello en la casa ¡seguido comíamos güilotas! de esas que la gente llama “blancas”, de las que les nombro, en estos días ya casi ni hay en el monte, y me da “no se que” pensar que yo contribuí a que se acabaran esos pobres animalitos, pero bueno, eran otros tiempos y había que comer…

Recuerdo que nos las comíamos asaditas, con sal, limón y pimienta, hacían una salsita de chiltomate y ¡órale!, todo acompañado de unas buenas “gordas”.

También recuerdo que mi mamá, tan buena y tan bonita ella, cuando me miraba venir del monte con muchas de ellas en mis manos y en mi morral de ixtle, acariciándome la cabeza y viéndome con dulzura me decía:

-          ¡Nomas no mates tantas! ¡Solo las que ocupamos para comer! ¡Por que si no, cuando llegues al cielo, San pedro te mandara a juntar todos los huesitos de las que te comiste, y no te dejara entrar hasta que arrejuntes todas ¿eh?!...

  Yo, nomas meneaba la cabeza al escuchar a mi madre, y desde ese día, también comencé a juntar en un hoyito en el patio, los huesitos de todas las güilotitas que me comía… ¡por si las dudas! ¡Y es que estaban tan ricas las condenadas!...

De esos tiempos felices, de antes que asesinara Gorgonio Avalos a mi padre y de que me enrolara en la cristeada, recuerdo que aquellas aves solían decir, o mas bien, que yo solía entender cuando, ahí nomás, de vez en cuando se oía a una cantar en el monte o en los palos algo así:

-           “¡Joseeeefa! ¡¿Qué quieeeeeres?!, ¡¿Quieeeerees tùuna?! ¡¿Quieres tùuna?!”…

 

 

Después las güilotas, dicen o le contestan a la primera que canto:

-          “¡Joseeefa!... ¡Solaaa estooooy!... ¡solaaa estoooooy!... ¡solaaaa estooooy!… ¡Que triiiiste estooooy!”…

Así dicen las güilotitas blancas, ¡de veras! ¡Ojala algún día pudieran ustedes escucharlas en el monte!, entonces ahí verán que este viejo no miente...

¡No hombre! ¡Si yo les conozco el lenguaje hasta las gallinas!... Si quieren saber que dicen las gallinas en su canto, ahí les va: la gallina, cuando acaba de poner el blanquillo luego, luego, se va cante y cante y dice:

-           “¡Taaaanto poooné y poooné y poooné y yo coon la pata raiiiiz!”

 y luego, al escucharla, el gallo le contesta:

-          “!No tede jeeeeès!…  ¡tu que tede jaaaas!”…

Así cantan, o más bien se quejan, las pobres gallinas hueveras y también así, es como les responde el gallo.

No miento… Esa es la pura verdad…

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