BIENVENIDA

Este espacio es un punto de encuentro para todos aquellos que aman y valoran sus raíces, sus tradiciones y nuestra maravillosa y particular forma de ver, explicar y repensar el mundo. Esta es pues, una pequeña burbuja en donde sólo la tradicion oral y los saberes de nuestros abuelos existen, en donde tarde a tarde, noche a noche, puedes recurrir para sentirte más cerca de lo que verdaderamente somos, de lo que jamás hemos dejado de ser: hombres y mujeres llenos de historias, hombres y mujeres de leyendas...

Cada día, encontrarás una nueva historia, una nueva ventana hacia lo fantástico y al realismo mágico de nuestra gente, de nuestra tierra. Historias que son de todos y de todas, que pertenecen a nuestro pueblo, a nuestros caminos y a nuestros corazones. Por ello, tómalas, son tuyas, en ellas estás tú mismo, en ellas vibran los sonidos del campo, el murmullo de las olas, el trinar de los pájaros, el rugido de los animales de uña y uno que otro suspiro de algún ánima errante, pero sobretodo, en ella habitan las voces de nuestros abuelos y abuelas, que son en realidad, los dueños y forjadores de esta tierra, en la que hoy estás...

Aquí van tres años de trabajo arduo en nuestras comunidades, todo dentro del proyecto "TARDES DE LEYENDAS, MISTERIOS Y RECUERDOS DE LOS PUEBLOS DE COLIMA" en el cual han participado muchísimos amigos y hermanos. A todos ellos, desde este pequeño espacio, un afectuoso abrazo en dondequiera que estén...

miércoles, 30 de enero de 2013

EL ESPOSO QUE REGRESO DEL MÁS ALLA A PEDIR PERDON


 

Doña Abundia Cazares Soto, una hermosa abuelita de 109 primaveras, una tarde platicando a la puerta de su casa, allá en el municipio de Coquimatlàn, mientras el viejo tren carguero mugía en las vías metálicas con su eterno peregrinar, nos contó esta fascinante, pero también enigmática historia:

 
Yo me case como se acostumbraba antes, bien chiquita, por lo que a eso de los trece años ya tenía yo marido. Recuerdo que el santo padre “Matellito” me caso en contra de su voluntad, por que decía que me veía muy chiquita, pero aun así, me caso…

 
Bien me acuerdo que mi esposo, que se llamaba Guadalupe, no se si por que me veía chamaquita o por que no le daba todo lo que el esperaba de mi como mujer, o tal vez por que de por si era mujeriego y canijo, ¡que se yo!, siempre se iba y me dejaba ahí, encerrada en la casa… Días enteros se marchaba y siempre regresaba bien borracho, lleno de marcas de pintalabios y demás cosas! ¡A deshoras llegaba! y por mas que yo le pedía a los santos que me lo apaciguaran, nunca me concedieron el milagro, él siempre fue igual, nomás puro chille y chille se la pasaba la mocosita en su catre esperando al marido a ver a que horas llegaba. Eso si, Guadalupe nunca me maltrato o me golpeo, pero si me hizo pasar ratos bien desagradables ¡porque era tan parrandero y tan  enamorado! ¡De veras! ¡Vieran que volado y mujeriego era!…Yo veía que eso hacía y como se portaba, pero nada decía, le sabia todas sus moviditas por chismes de las vecinas, pero como estaba yo tan chiquilla ¡pos que podía hacer! ¡Contrabajos me sabia lavar los calzones!…

 
Debido a sus parrandas y sus amoríos, mi marido llegaba siempre ya muy en la noche a la casa, entraba silencito, a veces, ni un lazo me echaba, solo se quitaba su pistola y su carrillera, sus botas, su camisa y se acostaba en su catre. El tenía su cama aparte, yo también tenía mi cama y por eso él se acostaba calladito en el suyo y no decía ni pío, yo tampoco le decía nada, nada, nada… Ni siquiera peleaba yo con él, nunca me gustó pelear, y como él veía que no le hacía mala cara, pues él jamás me hizo tampoco fea cara, ni me peleo ni me maltrato por esa situación...

 
Así viví por muchos años, hasta que un día, le llego la de malas y Guadalupe tuvo que partir… Me dejo solita en un mar de llanto…

 

-Al fin descansara de verdad- pensé…

 
Pero que me iba yo a imaginar que la vida y nuestro señor tiene caminos inexplicables!, pues a los pocos días de fallecido, mi esposo vino del mas allá a pedirme perdón ¡así como lo oyen!... ¡A mi marido lo mandaron de allá arriba a pedirme perdón!….

 
Recuerdo que ese día era ya bien noche, estaba a punto de dormirme, todo el cuarto estaba en penumbras, cuando de pronto, ¡sentí que alguien se me sentaba en el catre!… ¡Abrí los ojos sobresaltada!…  ¡y entonces lo vi!.. ¡Era mi esposo!, lo reconocí por que a pesar de lo oscuro del cuarto, con la luz de la luna pude verlo y ¡estaba igualito como cuando estaba vivo, solo que más pálido!… El ánima de mi esposo Guadalupe me miro fijamente, como con tristeza, y me dijo:



-          No tengas miedo Abundia… Vengo a pedirte perdón.
     
      -          ¡¿Pero de que quieres que te perdone hombre?!...

 

-          ¡Por todas las cosas que te hice! ¡Por el llanto que por mi derramaste y por las muchas veces que te fui infiel!...

 

Yo no sé si por miedo o por no se que, solo atine a decirle:

 

-          ¡Que te perdone Dios! ¡De mi parte, no tengo nada que perdonarte!...

 

En ese momento, apenas termine de decir la frase, el ánima de mi esposo, así como vino, se fue desapareciendo, escabulléndose entre la oscuridad… ¡No pos  ya no pude dormir a gusto, nomás rezaba y rezaba, con la cabeza tapada con la cobija, para que pronto amaneciera y la oscuridad se fuera…

 
Pero ahí no paro la cosa, por que a las dos noches siguientes, cuando me acosté en el catre a dormir, apenas pegue los ojos ¡Que de nuevo lo vuelvo a ver parado junto a mi cama!... ¡Así como se los cuento! ¡Mi marido vino dos veces!, pues a decir de él, lo mandó Dios de nuevo, él me conto que el señor le dijo:

 

-          Anda y pídele a tu esposa perdón hoy, porque ella no te decía nunca nada pero  sufría mucho con tu proceder, aunque siempre estuviera callada, muchas lagrimas derramo por ti... ¡Si ella no te perdona, no podrás descansar en paz jamás!… ¡Así que anda y pídele perdón!...

 

 Por eso, él regreso de nuevo y me pidió perdón otra vez… Yo le dije lo mismo:

 

- ¡Que te perdone Dios!… !Que de mi parte, estas perdonado!...

 

¡Y santo remedio!, mi esposo Guadalupe, ¡ya jamás regreso!...
 
Yo creo que desde ese entonces descansa en paz, por que ya no vino ninguna otra vez…
 
Desde ese día  ¡Yo también descanse mas tranquila!...

 

 

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