Hubo un tiempo en
la tierra, en que no se contaba con la curiosa y deliciosa presencia del tío armadillo
en las campos y los valles de Colima, hasta que un buen día, de buenas a
primeras, empezaron a poblar nuestro territorio. Doña Donaciana Flores, dicharachera
y sabia jovencita de 96 añitos, nacida allá por las tierras de Cuauhtemoc, nos
explica como es que llegaron estos animalitos a nuestros montes y a nuestras
mesas:
Resulta que hubo
una vez una viejita que era muy, pero muuuyy pobre, pero que al mismo tiempo,
era muy díscola y egoísta hasta con su pobre marido mismo… Así pues, un día,
una comadre le regalo a nuestra señora dos taquitos de carnita de chicharrón
con tortillitas de mano, ella, muy contenta, se los llevo a su casa pá comérselos
con un agüita de limón. Llegando a su hogar, la señora se aso un chilito de
árbol, y ahí estaba’, ¡ya lista pá echarse el primer taquito a la boca!, ¡ya se
lo estaba saboreando!, cuando a lo lejos, por la ventana, que ve que se iba acercando
su marido sude que sude por el arto calor que hacia en la milpa y con su bule
de agua vacio; Díscola como era la doña, ni tarda ni perezosa, ¡que se apresura
a esconder los taquitos!, por que no pensaba ni quería compartirlos con su don,
así que, rápidamente, los coloco debajo de una piedra que les servia de silla y
que estaba cerca de la puerta… El señor llego y le dijo:
-¡Vieja! ¡Traigo un buen de hambre y de sed!..
¿Qué hay para comer?...
La señora le
contesto:
-Pos... ¡Pos nomás frijoles viejo!, ¡ya sabes!...
y un agüita de limón que tengo por ahí y que hice para ti… ¡Ándale ven!.. ¡Siéntate
y come pà que te puedas ir de nuevo ónde la milpa!...
El pobre señor, se
sentó y disfruto de su frijolitos de la olla sin imaginar la maldad de su
esposa, mientras tanto, la doña nomás contaba y contaba los segundos en que su
viejo se fuera y, arejolandose nerviosa la punta de su vestido, de reojo
vigilaba la piedra donde había escondido
su suculento tesoro… Pasaron los minutos y el señor por fin termino de comer, lleno
su bulito de agua y, rechinando sus guaraches, se fue caminando con rumbo a su
milpa. Mientras tanto, la doña, haciéndose la loca, recogía los trastes
mientras vigilaba la hora en que se perdiera su marido en la lejanía. Mas tardo
el don en desaparecer, que la señora en ir a levantar la piedra, pero, ¡ohh
sorpresa!! ¡chinches y besuconas!! ¡los taquitos de chicharrón habían
desaparecido!!.. La señora díscola, encanijada y alarmada, por más que busco y
rebusco en todos los rincones y debajo la piedrita aquella, ¡nada que
encontró!!... Lo único que había cerca de la piedra, eran unos caminitos
surcados en la tierra, como de algo que se hubiera arrastrado para escapar….
Así, boquiabierta, observando
las líneas, se quedo la doña díscola, rumiando sola y pataleando su coraje… Lo
cierto, es que cuentan que a lo lejos, dos animalitos con conchita y liniecitas
en el lomo, parecían sonreír al ver su berrinche mientras se alejaban entre el
monte…
A decir de la
gente, ellos fueron la primera pareja de armadillos en el mundo. Si, así como
se los cuento, ¡provenientes de dos taquitos de chicharrones!… ¿Será por ello
que algunas gentes dicen que los
armadillos saben a carnita de puerco tierno?...
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