RELATO
CREADO POR LOS NIÑOS
DE
LA PRIMARIA COMUNITARIA DE LA
COMUNIDAD “PINTORES I”
En un potrero lejano, habitaba un Caballo Bayo, al que le gustaba mucho
pastar y galopar por la pradera, así se la pasaba siempre aquel animalito
felizmente comiendo y galopando, ¡ahhh!, olvidaba decirles, que aquel
caballito, siempre salía como a eso de las cuatro de la tarde, por que a esa
hora, llegaba al potrero la Yegua Bella, quien era su novia, cuando ella llegaba,
los dos caballitos se ponían a relinchar, a brincar y a darse besitos mientras
corrían por todo el potrero…
¡Pero no todo era felicidad¡ por que resulta que en aquel mismo
potrero, en una barranquilla, vivía una serpiente malora, que siempre que veía
al caballo bayo y a la yegua bella cariñosos, se divertía arrastrándose
silenciosamente entre la maleza hasta llegar donde ellos estaban, para que en el
preciso momento en que se daban un beso, ¡Muaa!, ella saltara y les gritara: ¡BBUUUU!!!... ¡Los
caballitos se espantaban bien mucho!! ¡Tanto que hasta los pelos de la crin se
les erizaban! ¡Por lo que salían corriendo despavoridos y asustadisissisimos! ¡Mientras
la serpiente malora nomás se quedaba dando volteretas en el suelo risa y risa!.
Así siempre sucedía con aquellos animalitos, los cuacos que salían, ¡y la
culebra malora que los espantaba!, al otro día volvían a salir a darse sus
besitos, y de nuevo la culebra: “!Buuu!” ¡los espantaba!…
Así que, ya hartos de esta penosa situación y de la culebra malora, el
Caballo Bayo y la Yegua Bella, fueron a buscar al “Chango Marango”, pequeño
espíritu travieso que vivía entre los cafetales y tenia, según decían muchos
animales, poderes mágicos. Los cuacos llegaron hasta donde el espíritu aquel
habitaba y le llamaron:
- ¡Señor Chango Marango! ¡Señor Chango Marango!...
- ¡¿Qué quieren que haga por ustedes caballitos
cascudos?!...
-
Lo que sucede señor Chango Marango, es que ya estamos hartos de que la víbora
malora siempre que andamos pastando o correteando ¡salga y nos espante!...
-¡Sí!,
¡ya son varias veces las que nos a salido gritándonos ¡Buuuu! y queriéndonos morder!
¡Por eso queremos pedirle que usted haga algo! ¡Castigue a la culebra o ya de
perdis, conviértanos a nosotros en otra cosa pá ya no toparnos con ella!...
-¡No!..
¡No puedo hacer nada! ¡Esa es la ley del monte! ¡Los animales deben convivir
unos y otros! ¡Así es esto y ustedes deben saberlo muy bien!
-¡No!.. ¡Noo puedo ayudarlos!...
Los caballitos al escuchar esta respuesta se pusieron chille que chille
a moco tendido, por lo cual, el Chango Marango solo atinaba a taparse las
orejas, por que si había algo que no aguantaba, era escuchar los chillidos y
quejidos de algún animal, así que harto les dijo:
-¡Cállense!
¡Cállense!... ¡Con tal de que me dejen en paz y no chillen mas les voy a
ayudar!, a ver ¿en que se quieren convertir?...
La Yegua Bella le dijo:
- ¡En pájaros!
Y el Chango Marango les contesto:
El Caballo Bayo entonces le dijo:
- ¡En leones!
Y el Chango Marango les contesto:
-
¡NOOOO!... ¡En leones no! ¡Capaz y se comen a todos los animalitos del monte,
así que en leones no!…
Los caballos se pusieron de nuevo tristes, por lo que el chango les
dijo:
-¡Ni
se les ocurra chillar! ahorita veremos que hacer con ustedes ¡aguántenme
tantito!…
El Chango Marango se quedo pensando, y un rato después les dijo:
-¡Ya se en que los convertiré!..
Y sin darles tiempo de nada, pronuncio sus palabras mágicas y les lanzo
un conjuro:
¡Y diciendo esto, se dejo escuchar un gran tronido, como si un puño de
buscapiés hubiera explotado, acompañado de una humareda bien grande que
envolvió a los dos caballitos!…
Cuando el humo se fue ¡del Caballo Bayo y de la Yegua Bella no quedaba nada! ¡Ni pezuñas, ni crin, ni
cola ni nada! Solo se escuchaba la risa contenta y medio malévola del Chango Marango
al ver su creación, pues los había convertido en unos extraños animalitos con
cara de caballos, si, ¡pero sin patas y con aletas!, ¡así como se los cuento!...
El Chango Marango tomo con sus
manos a aquellos extraños animalitos y riéndose a carcajadas los aventó
suavemente a charca que estaba cerca de ahí, el Caballo Bayo y la Yegua Bella,
al ver en que estaban convertidos, comenzaron a llorar y llorar, tanto que con
sus lagrimas se formo un torrente que poco a poco se convirtió en un arroyito
que pronto fue a dar al mar…
De la culebra malora aquella, lo único que se sabe es que durante mucho
tiempo se la paso llore y llore sin tener a quien asustar en el potrero, por
ello también, nomas se la pasaba sáquele y sáquele la lengua a cuanto animal
veía, hasta que un día, muy triste y muy vieja, la pobre se “petateo” en la
barranca…
Y es así, como termina esta, nuestra historia de los niños de la escuelita
CONAFE de la comunidad de “Pintores I”…
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