BIENVENIDA

Este espacio es un punto de encuentro para todos aquellos que aman y valoran sus raíces, sus tradiciones y nuestra maravillosa y particular forma de ver, explicar y repensar el mundo. Esta es pues, una pequeña burbuja en donde sólo la tradicion oral y los saberes de nuestros abuelos existen, en donde tarde a tarde, noche a noche, puedes recurrir para sentirte más cerca de lo que verdaderamente somos, de lo que jamás hemos dejado de ser: hombres y mujeres llenos de historias, hombres y mujeres de leyendas...

Cada día, encontrarás una nueva historia, una nueva ventana hacia lo fantástico y al realismo mágico de nuestra gente, de nuestra tierra. Historias que son de todos y de todas, que pertenecen a nuestro pueblo, a nuestros caminos y a nuestros corazones. Por ello, tómalas, son tuyas, en ellas estás tú mismo, en ellas vibran los sonidos del campo, el murmullo de las olas, el trinar de los pájaros, el rugido de los animales de uña y uno que otro suspiro de algún ánima errante, pero sobretodo, en ella habitan las voces de nuestros abuelos y abuelas, que son en realidad, los dueños y forjadores de esta tierra, en la que hoy estás...

Aquí van tres años de trabajo arduo en nuestras comunidades, todo dentro del proyecto "TARDES DE LEYENDAS, MISTERIOS Y RECUERDOS DE LOS PUEBLOS DE COLIMA" en el cual han participado muchísimos amigos y hermanos. A todos ellos, desde este pequeño espacio, un afectuoso abrazo en dondequiera que estén...

martes, 5 de febrero de 2013


TESOROS, MISTERIOS Y CRISTEROS EN CAMPO CUATRO

 

 

“Campo Cuatro” es una comunidad que está ubicada en medio del “Cerro Grande”, en uno de los siete campos madereros que a finales del siglo pasado, la compañía maderera norteamericana “Colima Lumber Co.” Tenia bajo su poder y explotación, hasta que fueron expulsados por “los Villistas” dicen algunos, por las “huestes del “Indio Alonso”  afirman otros. Sea como fuere, esta comunidad y sus alrededores están llenos de leyendas, historias de espantos, animas y tesoros, ejemplo de ello, son las historias que a continuación les presentamos:

 

Don Jesús “Chuy” Pérez, uno de los primeros habitantes del lugar nos comenta: El camino que ustedes ven, por donde suben los carros, realmente es el camino por donde las vías del tren bajaban la madera de la “Lumber Co”, por donde transitaba diariamente el tren, lugar donde muchísima gente de diversas razas, incluyendo chinos y filipinos, trabajo, vivió y murió, por lo que sus ecos y sus espíritus siguen vagando por acá, como que quedaron encerrados en el espacio y el tiempo, por ello no es raro mirar y escuchar cosas “extrañas”, como por ejemplo, lo que se escucha y se ve en el mentado “Corte Rojo” o “Corte Colorado”, que es el tramo o “cajón” donde el “Indio Alonso” descarrilo varias veces la maquina del tren de la raya de los madereros y en donde en tiempos más recientes a mis hijos y a mí, una vez que veníamos del pueblo de Zacualpan y traíamos arrastrando bestias con carga de maíz de allá abajo, al llegar a la puerta de guardaganado, uno de mis hijos se quedo ahí parado de repente en la puerta con las bestias que traía jalando, entonces, antes de preguntarle cualquier cosa, yo, que ya estaba entrando al “cajón” oí un ruido, como un sonido hueco de maquina de vapor, con todo y su bufar, así que le dije a mi otro hijo que se detuviera, para ver que cosa era eso que provocaba el ruido, pues ese “cajón” no tiene salida, ¡así que imagínense! si era un carro o algo y nos agarra adentro, ¡pues simplemente nos llevaba de corbata!...
 
El ruido ahí se seguía escuchando, y ya poniéndole atención, como que ese sonido, ¡era como el  ruido de un tren! ¡Sonaba igualito! !como si nos fuéramos a encontrarnos con él! ¡Como si estuviera entrando al cajón!... Sorprendidos y sobretodo espantados, nos quedamos parados a un lado ¡y nada paso! ¡Nada vimos!...
 
Lo que si, es que en un instante, de escuchar el ruido por del otro lado del “Corte Colorado! a buenas lo escuchamos como delante de nosotros ¡como si ya hubiera pasado! Como si fuera ya lejos, entonces, mirándonos unos a otros pero sin decir nada, “azuzamos” a las bestias y nos decidimos a pasar, pero cuando apenas lo comenzábamos a hacer, en ese preciso  momento ¡de nuevo escuchamos el sonido aquel! ¡Iba de vuelta en el mismo cajón!, nosotros, al escucharlo, ¡en friega que le damos con todo y bestias para atrás!...
 
Así sucedió en tres ocasiones, como si el tren aquel, diera nomas puras vueltas entre el paredón…
 
A la tercera vez, entonces sí nos calo y sentimos un poco de  miedillo. ¡Y es que el sonido ese se escuchaba bien claro y fuerte y siempre igual el ruido, como si fuera el tren, pero en estos años ¡¿de dónde un tren pues?!...
 
Así como llego el mentado ruido, así también se fue… Solo entonces, al ya no escucharlo, y después de unos minutos, decidimos, ahora si, pasar lo más rápido posible con rumbo a la casa…

 

Pero no es ese el único ruido extraño que por ahí se escucha, pues hay personas, que aseguran, que por las noches silencias y tranquilas, por los caminos, se escuchan los motores de carros “madereros”, como si vinieran bajando del lado de “Lagunitas” o del “Campo Uno”, pero que ni se ven sus luces y si los esperas a la orilla del camino, ¡jamás los ves pasar!… Así de cosas extrañas suceden en los alrededores de “Campo Cuatro”… De eso del sonido del tren, cuenta don Chuy, no hace tanto, tendrá cuando mucho, unos cuatro años…

 

Por ese mismo corte, muy cerca de ahí, don José Iglesias, alegre habitante del mismo lugar, nos cuenta: Ahí tienen que había una parte del camino, cerca de un paredón, por la curva de la “Herradura” donde mi burra, cada vez que pasaba, no quería caminar muy bien, lo hacia a disgusto ¡nomás arrejolaba y movía las orejitas y atrancaba sus patitas! ¡Las hundía en la tierra! y solo con varios chicotazos fuertes, era como la hacia caminar…
 
Pero no solo eso pasaba, por que al mismo tiempo que la burra se detenía, un fuerte sonido, como de “cadenas cayendo” o de monedas aventadas a “chorro” se dejaba escuchar; por lo que yo sabia, o al menos presentía que ahí debía haber algún tesoro o entierro de algún cristero, bandido o ¡que se yo!... La cosa es que nunca trate de buscarlo o sacarlo, pues mi mamà me decía que: “Lo que no se trabaja, no es de uno”, por eso nunca trate de sacarlo…
 
Así pasaron los años, hasta que un día, llego a ese “corte” un señor con una “mano de chango”, quien según eso, venia a sacar material y a componer el camino; Al verlo, yo le dije:

 

-          Póngase vivo ¿eh?, por que ahí donde usted esta trabajando, ¡hay dinero!!... Así que si encuentra algo, nos vamos a “michas”, por haberle avisado…

 

Así le dije entre broma… No pasaron ni dos días, cuando unos señores que venían de “abajo” llegaron preocupados por que se habían encontrado en el paredón aquel donde estaba el señor trabajando, a la “mano de chango” sola, abandonada y con el motor prendido, ¡pero sin el maquinista!... Varias gentes del pueblo fuimos hasta allá para ver si no le había sucedido alguna desgracia al hombre, ¡pero nada! ¡Ni las luces del cristiano aquel!... Lo único que si encontraron por ahí, fue un hoyo en el paredón, estaba a flor del “corte” y era de grande como lo ancho de una persona, ¡eso si! el mentado hueco ¡estaba vacío!…

 

Unas personas que venían de “abajo”, por los “enderezaderos”, al encontrarnos ahí, nos comentaron que horas atrás, cuando apenas estaban empezando a subir el cerro, se habían encontrado al maquinista bajando bien nervioso y casi corriendo, que habían visto que el hombre llevaba “algo” envuelto entre su chamarra, y que por ir tan rápido, ni siquiera les contesto el saludo… ¿Habría encontrado un tesoro?, según don José Iglesias, así fue, por ello, jamás se volvió a ver por estos rumbos al “motorista”. Incluso aun hoy, la casa donde vivía en Zacualpan, ¡esta completamente abandonada!...

 
Respecto a los cristeros que por esta parte abundaron, además del “Indio Alonso” y su gavilla, del general “Quilis” y sus federales, y de los mentados “Villistas”, don José Iglesias nos cuenta sus recuerdos y la anécdota del día en que siendo un chiquillo, ¡lo quisieron colgar!: Ahí estaban los cristeros, mataban la vaca y cuando bajaban al pueblo llevaban limón y alcohol, con eso cocían la carne, nomás la dejaban tantito remojada y así no hacían lumbre, pues con la “humata”, fácilmente los podían hallar…
 
Fue una revolución completamente triste, la gente acá en el cerro le sufrió mucho, por ejemplo, yo tenia un hermano que había sido asistente de un general cristero que se llamaba Andrés Salazar, fue uno que mató mucho gobierno ahí en el “Borbollón”, y aun así, un día, ¡a mi me quisieron colgar!...
 
Eso fue ahí en la higuera grande que esta en medio del pueblo, donde esta el ojo de agua, ahí iba yo a llenar mis “bules”, en eso estaba un día, cuando llega un guacho cabeza de perica y me dice:

 

-          ¡Quiubole, escuincle! ¡Seguro tú eres cristero!

 

-          No, yo no soy cristero.

 

-          ¿Òn tà tu padre?...

-          ¡No se! ¡Ni lo conocí yo!...

 

-          ¡¿Pero tienes hermanos grandes?!

 

-          Sí, sí tengo hermanos, pero grandes no… No hay...

 

 La verdad era que ya mis hermanos estaban añejitos, incluso el más grande, que nos había construido la casa, se había muerto, Y pues por eso les conteste que grandes no había… El militarcillo me dijo:

 

-          Pos de todos modos te vamos a colgar.

 

-          ¡Ah! ¡Pos ni modo!...

 

Le conteste sin saber a que se refería, porque, pues, uno de chiquillo no cree. Yo pensaba:

 

- ¿Colgar? ¡Pos ni que fuera piñata!...

 

El guacho aquel me agarro de las greñas y metió la mano a una bolsa que traía de lona y saco de ella una soguita delgadita, le hizo lazo, me la puso y ya la iba aventar a la rama de la higuera, cuando llegó otro guacho de la parte de “arriba”, a donde habían ido a buscar a los cristeros, en friega venia en su caballo, mientras que el otro ya había cruzado la soga y estaba listo ya pà jalarle, en eso estaba cuando el recién llegado, cortando cartucho, le dijo:

 

-          ¡¿Qué hubo mula?! ¿Qué vas a hacer con el escuincle?

 

-          ¡Lo voy a colgar, porque es cristero! ¡Ahorita mismo se va a morir…

 

-          ¡El que te vas a morir eres tu hijo de la chingada! ¡Puras mangueras haces! ¡Ya te traigo de encargo!...

 

El recién llegado le dio cerrojo al rifle y al momento de apuntarle al guacho gacho, llegó el otro “guachal” y con ellos el sargento que venia al mando, quien vocifero:

 

-          ¡¿Que hubo güeyes?! ¡¿Qué van a hacer?!

 

-          ¡Voy a matar a este hijo de la chingada! ¡Lo traigo de encargo! ¡Figúrese mi sargento que iba a colgar al escuincle este nomás por sus puros tanates! ¡Dizque por que es cristero!…

 

Entonces, los demás militares ya fueron y me quitaron la soga; El sargento me dijo:

 

-          No te asustes muchacho nango, no te pasara nada.

 

-          No, no estoy asustado – le dije.

 

Cosa que los demás militares celebraron con risas… Pero es que era verdad, yo, durante todo el argüende, ¡ni en cuenta!... Después de eso, llene mis “bules” de agua del nacimiento y me fui para mi casa, como si nada hubiera pasado…
 
Pero ahora que recuerdo el suceso, aun cuando han pasado ya varias décadas, ¡Ahora si!, ¡siento bastante miedillo!...

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