BIENVENIDA

Este espacio es un punto de encuentro para todos aquellos que aman y valoran sus raíces, sus tradiciones y nuestra maravillosa y particular forma de ver, explicar y repensar el mundo. Esta es pues, una pequeña burbuja en donde sólo la tradicion oral y los saberes de nuestros abuelos existen, en donde tarde a tarde, noche a noche, puedes recurrir para sentirte más cerca de lo que verdaderamente somos, de lo que jamás hemos dejado de ser: hombres y mujeres llenos de historias, hombres y mujeres de leyendas...

Cada día, encontrarás una nueva historia, una nueva ventana hacia lo fantástico y al realismo mágico de nuestra gente, de nuestra tierra. Historias que son de todos y de todas, que pertenecen a nuestro pueblo, a nuestros caminos y a nuestros corazones. Por ello, tómalas, son tuyas, en ellas estás tú mismo, en ellas vibran los sonidos del campo, el murmullo de las olas, el trinar de los pájaros, el rugido de los animales de uña y uno que otro suspiro de algún ánima errante, pero sobretodo, en ella habitan las voces de nuestros abuelos y abuelas, que son en realidad, los dueños y forjadores de esta tierra, en la que hoy estás...

Aquí van tres años de trabajo arduo en nuestras comunidades, todo dentro del proyecto "TARDES DE LEYENDAS, MISTERIOS Y RECUERDOS DE LOS PUEBLOS DE COLIMA" en el cual han participado muchísimos amigos y hermanos. A todos ellos, desde este pequeño espacio, un afectuoso abrazo en dondequiera que estén...

domingo, 3 de febrero de 2013

LOS TESOROS DE DOÑA FELICITAS


 

Hay en la comunidad del “Llano de la María” una señora que se llama Felicitas, pero que todos la conocen como “doña Félix”, ella, una mañana, mientras compartía con nosotros unos ricos frijolitos fritos con manteca acompañados de huevitos fritos con “bonetes” nos contó estas dos experiencias que alguna vez tuvo con animas y tesoros:

 

La primera experiencia que yo tuve, sucedió cuando era niña y acompañaba a mi hermano a cortar leña al cerro. Mi hermano la cortaba y yo la arrejuntaba, eso hacíamos, pero esa tarde, cuando mas “engüasada” estaba juntando la leña y mi hermano se encontraba cortando mas en otra brecha, vi de repente, frente a mi, a una muchacha güerita, “carita fina” pero con las greñas revueltas, que traía un vestido blanco ¡bien bonito!; La muchacha me habló y dijo:

 

-          Félix, aquí hay dinero, yo lo dejé, ¡es tuyo! ¡llévatelo!...

Y sin decir mas, la mentada niña güerita se fue desapareciendo ¡así como llego!... Pero yo, medio tonta, en lugar de desenterrar el “tesoro” y llevármelo, luego, luego, fui con mi hermano y le conté todo, y entonces, bien emocionados fuimos por mi papá y un amigo a desenterrarlo, pero, cuando regresamos al lugar donde había visto a la niña ¡ya no había nada! ¡Por mas huecos que hicieron ya no pudimos dar con nada del mentado dinero!... A mi me dio mucho coraje, por que la niña dijo que ese dinero era para mi, pero ¡ni modos! ¡Por “argüendera” ya no me toco!...

Se cuenta que tiempo después, en el mismo lugar, hubo un señor a quien se le apareció la misma muchacha, pero que a diferencia mía, él sí sacó en ese preciso momento el dinero, lo amarró a sus mulas y se lo llevo ¡todito pà su casa!...  
 
Solo que le dio la de malas y no pudo disfrutar del oro totalmente, por que cuentan los que saben, que el señor se murió a los tres días, ¡dizque porque no se cubrió la boca al desenterrarlo y había respirado los “gases”....

La segunda experiencia aconteció en mi casa, y es que en el patio había una pared de piedra, muy antigua, que dividía mi casa con la de nuestra vecina, en esa pared mi mamà tenía una virgen adornada con flores de “bugambilias”, un día, se me metió el “brete” y dije:

 

- ¡Voy a arreglar a la virgen! ¡Bien bonita la voy a dejar!...

 

Decidida, fui a cortar flores a mi jardincito; Llegue, limpie el lugar, puse las flores en un bote con agua y ya que estaba terminando, no se por que o en que estuvo, que voltee la mirada al árbol que estaba a un lado y vi que había ahí una piedra, respondiendo a un simple impulso, fui y levante la piedra que estaba al pie del árbol y entonces ¡me voy encontrando con la sorpresa de que ahí había dinero! ¡Medio cubiertas de tierra estaba un bonchecito de monedas de peso y de cincuenta centavos! monedas que en aquel tiempo valían mucho. Muy contenta tome dos puños de monedas y las puse en mi mandil, corrí a donde estaba mi mamá cocinando y le conté lo que había pasado. Dejamos las monedas de mi mandil en la mesa y corrimos a donde había encontrado el dinero para recoger lo que quedaba, pero al llegar y alzar la piedra de nuevo, simplemente ¡ya no había nada!...

 

 Medias decepcionadas regresamos a la cocina con el temor de que las demás también hubieran desaparecido, ¡pero no!, ahí estaban las moneditas, así que mi mamà bien emocionada lavo las monedas con carbonato y limón, pues tenían una especie de coloración verde de tan viejas que estaban, y una vez limpias ¡las gastamos juntas!...
 
Recuerdo que esa vez, ¡vestido, calcetines, huaraches y hasta calzones estrene!...

 

 

 

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