La “Tepamera” es una muy bonita comunidad enclavada en el ultimo rincón
del municipio de Ixtlahuacàn, lugar en donde viven las niñas y hermanas Yani de
10 años, Isabel de 12 y los niños Luis Alberto de 13 años y Mario de 12, quienes
platicando bajo el cobijo de enormes árboles del hermoso bosque llamado “La Taberna ”, que se encuentra
en los alrededores del pueblo, compartieron este relato que tuvo como escenario
su misma comunidad:
Ahí tienen que hace ya varios años, un señor de nombre Trinidad
Castañeda, venia de trabajar de su milpa con su machete y su escopeta colgada
al hombro, cuando al pasar allá en la mera desviación del rancho “El Guamúchil”
en los rumbos de la entrada del pueblo, que se va encontrando con un señor con el que
desde hace tiempo tenía odio y
diferencias, por lo que al encontrarse de frente, ¡que comienzan a pelear!,
cuenta la gente que al estar en la pelea, con los cuchillos en las manos, don Trinidad
dio un mal paso y se resbalo, por lo que al caer de mala forma, su carabina se
le disparo, ¡se le fue un tiro pues! ¡El cual le fue a dar en su mera
cabeza!... ¡Ahí quedo el pobre Trinidad! ¡Desparramado en la carretera con su
cuchillo en la mano y la escopeta a un lado!...
Así lo encontraron unos señores de la comunidad, lo levantaron, lo
velaron y cafetearon, y al otro día, lo enterraron… Así sucedió, y también así,
pasaron muchos días, quedando nomás de recuerdo de aquel suceso una cruz de
madera que pusieron los parientes en el lugar donde pasaron las cosas…
Hasta que un día, Don Abraham, un
señor que vive aquí en la comunidad, estando bien preocupado y encanijado por
que no tenia nadita de dinero, ¡ni pà un kilo de sal tenia!, por que las
cosechas habían estado muy mal, decidió salir al monte, pà ver si ahí conseguía
una iguanita, un armadillito o ya de perdis unas güilotitas pà la comida…
Don Abraham, se colgó su escopeta
y deseando encontrarse un venado, se fue con rumbo al “Agua de la Virgen ”… Así se la paso
toda esa tarde, toda la noche ¡y nada!, ni iguanas, ni conejos, ¡mucho menos
venados! ¡Nada!... Desesperado, don Abraham se regreso a su casa ya en la
madrugada… Así, paso a pasito, cuando mas resignado estaba, llegando unos
metros antes de la desviación hacia el rancho “El Guamúchil”
, emocionado vio que debajo de un
árbol de “Clavellina” estaba comiendo un ¡santo venadòn!, por lo que
tratando de hacer el menos ruido posible
preparo su carabina y le apunto al animal aquel… Pero ya cuando estaba
jalando el gatillo, ¡la bala no salio! ¡Se le trabo la escopeta al pobre de don
Abraham!... ¡No pós el animal al ver al señor, nomás dio un brinco y se perdió
entre la breña del cerro!... Don Abraham bien enchilado, ¡nomás abarrajo la
escopeta al suelo y se puso a gritar encorajinado!:
-
¡Maldita
sea! ¡Donde voy a encontrar dinero! ¡Ni para comer tengo!... ¡Ojala alguien, de
los muchos que alguna vez ayude, viniera ahora a ayudarme a mi ahora!...
Cuentan que no había ni terminado de decir la frase, cuando de entre el
monte, ¡Así como se los contamos!, don Abraham, ¡vio que un bulto blanco se
aproximaba hacia donde se encontraba él!... Sorprendido, el señor miro bien
aquel bulto y vio clarito que no tenía pies, que parecía que flotaba, que traía
algo en las manos y que aparte, era como transparente, ¡como bruma!... ¡Don Abraham,
de la impresión se quedo engarrotado! ¡sin poder moverse!... El bulto blanco
aquel, se le fue acercando poco a poco hasta detenerse precisamente donde estaba
la cruz del finado Trinidad Castañeda. Dicen que aquel bulto misterioso, en sus
manos, traía una bolsa con “algo”, la cual estiraba hacia don Abraham, como
queriendo entregársela… Don Abraham, ya recuperado un poco de su asombro, solo
atino a correr, ¡pero el ánima, lo seguía! ¡Venia detrasito de él!... Él corría
pá un lado, ¡y el ánima para allá se jalaba!, ¡ni pá donde hacerse!... Don Abraham
recordó entonces que días antes de morirse, le había prestado a don Trinidad un
dinerito pà comprar una vacuna para sus vacas, por lo que comenzó a creer que
tal vez don Trinidad había vuelto del mas allá ¡para pagarle!... Entonces,
asustado y todo como iba, don Abraham solo atino a gritar:
- ¡Tà bien Trinida! ¡Descansa en paz! ¡Ya no me
debes nada!... ¡Ya no me corretees por favor!...
¡Y con eso fue suficiente! ¡El anima aquella desapareció entre la breña así
como había llegado, llevándose con él, la mentada bolsita!... Don Abraham, ya
recuperando el resuello se fue lo mas rápido que pudo a su casa, y tan
asustado iba, que allá en el crucero del
“Guamúchil dejo su carabina tirada, por que regresar a enfrentar a esa anima
¡ya no quiso!...
A la mañana siguiente, en la puerta de la casa de don Abraham, areconchada
a un lado, estaba su escopeta acompañada de una enorme pierna de venado… Lo único
malo de esto, fue que la carnita, don Abraham ¡no la pudo probar!, pues del
susto, se la paso en la cama ¡con calenturas mas de tres días! ¡Tome y tome nomás
puros atolitos!... Así termina esta
historia que la gente en nuestra comunidad, cuenta y que hoy con mucho gusto,
los niños de la Tepamera les contamos…
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